¿Tu equipo está presente, o funciona en piloto automático?
Si notas que tu equipo ha perdido la frescura, y parece que trabaja en modo “piloto automático”, es porque las personas que lo componen, pese a ir a trabajar, no están presentes.
¿Quieres saber cómo le beneficiaría a tu equipo aprender a estar presente?
Desde Itae empresas te ofrecemos las pautas para que tu equipo esté presente.
Índice de contenidos
- 1 ¿Qué significa estar presente?
- 2 ¿Qué se pierde un equipo que no está presente?
- 3 ¿Qué aparta a tu equipo de estar presente?
- 4 ¿Qué puedes hacer para fomentar que tu equipo esté presente?
- 4.1 Alentar la práctica de técnicas de meditación
- 4.2 Apartar a tu equipo de la multitarea
- 4.3 Mantener una comunicación sincera con el equipo
- 4.4 Proponles elegir cada día una actividad para realizarla estando presente
- 4.5 Animar a establecer prioridades
- 4.6 Recordarles que la comida es un momento para desconectar
- 4.7 Incitar a ser realistas con el tiempo
- 4.8 Permitir parar cuando la situación se vuelva abrumadora
- 4.9 Mostrarles la importancia de desconectar cuando acaben la jornada laboral
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¿Qué significa estar presente?
La respuesta es fácil. Vivir con consciencia el momento presente.
Sin embargo, la manera de entender esta definición puede llevar a errores. Si no comprendemos el sentido con precisión, caeremos en tópicos que nos harán trivializar la función que cumple “llevar un estilo de vida presente” y esto sería una pena.
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¿Qué se pierde un equipo que no está presente?
Estar presente, lejos de ser una estrategia para huir de los problemas o hacer honor al Carpe Diem, es la vía adecuada para ser responsable, eficaz, coherente, productivo, mantener una sana autoestima y, en definitiva, ser feliz en el trabajo y en la vida personal.
Visto así, parece la panacea para todos los males y de hecho, no andamos desencaminados.
Pese a que “estar presente” no sea una vacuna contra el sufrimiento o el aburrimiento, sin embargo sí es la mejor herramienta para salir, o no entrar en él.
Cuando estamos presentes somos capaces de vivir en el aquí y ahora, es decir, no estamos sufriendo por lo que puede llegar a suceder o por aquello que ocurrió y ya no tiene solución.
Así nos centramos en el presente, para adaptarnos mejor a las circunstancias y buscar las soluciones más adecuadas.
De esta forma tomamos consciencia de lo que estamos pensando y de cómo nos afecta, de lo que estamos haciendo y de lo que estamos sintiendo, que son aspectos clave para una buena gestión emocional.
Así podemos abandonar los remordimientos del pasado, el sentido de culpabilidad, el rencor por las cosas que nos hicieron y dejamos paso a un presente renovado. Cuando estamos presentes también abandonamos ideas preconcebidas de futuro, miedos acerca de lo que puede ocurrir, necesidades de que suceda algo mejor para poder ser felices…
Sin duda este es el camino para poder responder de manera consciente en lugar de reaccionar de forma abrupta cuando tiene lugar algo que no esperamos o no nos resulta deseable.
Además, cuando estamos presentes, nos imbuimos en el hoy aceptando la realidad con naturalidad, siendo conscientes y responsables de ella. Esto nos saca de la rutina, obligándonos a percibir la novedad, el cambio, las posibilidades… es decir, nos aparta de actuar en “piloto automático” sacando a relucir nuestra versión más creativa, proactiva y adaptativa posible.
Desde luego parece más sencillo quedarse arraigado en la zona de confort, sin exponernos a afrontar nuevos retos, sin arriesgar con nuevas ideas, sin exponer un malestar por miedo a lo que nos puedan responder, es decir, vivir en piloto automático. Pero eso nos hace taparnos a nosotros mismos la realidad ¡es como si metiéramos el polvo debajo de la alfombra!
Pero esto no nos ayuda a solucionar las cosas, a indagar en lo que necesitamos, en descubrir qué estamos sintiendo o pensando. Es decir, nos impide vivir con plenitud.
Esto quizá nos funcione a corto plazo, pero a la larga, es imposible que no nos dé problemas esta actitud. Tarde o temprano la vida nos sacude con algo que no podemos eludir, y si no estamos preparados emocionalmente, imagina el resultado.
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¿Qué aparta a tu equipo de estar presente?
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Estrés
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El miedo
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¿Qué puedes hacer para fomentar que tu equipo esté presente?
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Alentar la práctica de técnicas de meditación
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Apartar a tu equipo de la multitarea
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Mantener una comunicación sincera con el equipo
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Proponles elegir cada día una actividad para realizarla estando presente
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Animar a establecer prioridades
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Recordarles que la comida es un momento para desconectar
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Incitar a ser realistas con el tiempo
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Permitir parar cuando la situación se vuelva abrumadora
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Mostrarles la importancia de desconectar cuando acaben la jornada laboral
En este punto es probable que si alguien nos pregunta ¿qué tal estás? respondamos rápidamente con un cortés “bien ¿y tú?”, ya que nos cuesta profundizar en nuestro estado de ánimo. Pasamos por él sin más.
Si esto ocurre de tarde en tarde, no hay problema, el cuerpo y la mente se recuperan. Pero si se convierte en una manera de vivir, a la larga producirá daños a la persona y por tanto al equipo, causando bajas, depresiones, accidentes… y lo peor de todo; No entenderemos por qué.
Resulta lógico pensar, que si estás manipulando una máquina por ejemplo, pero tu mente está imbuida en la discusión que tuviste con un compañero esa misma mañana acerca de la cantidad de tareas que tenéis que repartir, esta distracción que te aparta de la consciencia del momento presente, puede llevarte a errar y sufrir, por ejemplo, un accidente. Esto es claro ¿no? Pues los ejemplos son miles y muy variados.
A todos nos ha pasado enviar un mail sin los archivos adjuntos, u otro tipo de despistes por las prisas, por estar pensando ya en el siguiente mail, o en cómo responder a la pregunta que nos están haciendo simultáneamente.
Y es que el tópico de la multitarea no es una opción. Está demostrado que el cerebro está preparado para hacer las tareas de una en una, y cuando se ve sometido a la multitarea, comienzan a aflorar los errores. Unas veces las consecuencias serán más leves, pero otras nos pasa una buena factura del “despiste” por no estar presentes.
De hecho, las consecuencias de estos despistes (accidentes laborales, frustraciones por no llegar a todo lo que se tenía previsto, malos entendidos…) van desmotivando, desgastando emocionalmente y en última instancia, dando lugar a trastornos de ansiedad o del estado de ánimo, como puede ser la depresión.
Pero aparte del estrés, los psicólogos sabemos que los miedos también juegan un papel importante que nos aparta del “aquí y ahora”.
Muchos de los miedos que apartan a la persona de vivir el momento presente tienen que ver con la idea malentendida de que si están en el presente, entonces no podrán planificar o prever riesgos acerca del futuro. ¡Y nada más lejos!
Cuando estamos presentes también planificamos, pero no vivimos el presente pensando en lo que va a ocurrir. Se planifica y después se atiende al presente. Con los riesgos pasa igual. Se anticipan posibles riesgos y se investigan posibles soluciones para evitar que ocurran (o se buscan remedios por si llegan a ocurrir). Pero luego se vuelve al presente, centrándose en lo que pasa, no en lo que puede llegar a pasar. Lo que puede llegar a pasar ya se ha previsto y quizá no ocurra nunca, por lo que no se vive el presente pensando que ya están ocurriendo las cosas que se teme que ocurran.
También suele dar miedo a las personas creer que para estar presente se tienen que olvidar de los errores que cometieron.
Lo que implica realmente estar presente, es que se pueda tomar consciencia en el presente de los errores que se han cometido en el pasado, y pensar cómo evitarlos la próxima vez. Después, se volverá a prestar atención a lo que está ocurriendo ahora.
Muy distinto es esto a estar todo el rato rumiando lo mal que lo hice, sintiéndome culpable una y otra vez. Esto no me dejará concentrarme en lo que estoy haciendo ahora y de poco me va a servir.
La psicología ha demostrado ya que la idea de “castigarse para no volver a caer en el error” es obsoleta y errónea. Muy al contrario, lo único que consigue es anclarnos en el sufrimiento, bajarnos la autoestima y facilitar que caigamos de nuevo en el error.
Lo mismo sucede cuando el miedo es a perdonar las faenas que le hicieron a la persona en el pasado con la idea de que si no se trae de manera constante a la mente, lo olvidará. Si estoy todo el rato pensando en lo que me han hecho, me envenena el presente, haciendo que me comporte dirigiéndome por una emoción de rabia que en nada ayuda a sentirse bien. Esto no quiere decir que tengamos que olvidarnos de ello. Quizá lo que tenga que hacer sea perdonar, pero recordando que no puedo confiar en esa persona, o que no debo hacer negocios con ella. Sin embargo, si generalizo y pienso que “no se puede confiar en la gente”, o que “es muy doloroso que te traicionen”, lo único que haré será cerrarme puertas para ver un presente lleno de nuevas oportunidades.
Todos estos ejemplos te pueden sonar. O quizá hayas intuido que le pasaba a tu equipo cuando notabas que algún miembro, pese a estar en la sala, no se estaba enterando de lo que ocurría en la reunión. O cuando algún compañero del equipo se cruza por los pasillos con ciertas personas sin saludar, o cuando el resultado de su trabajo parece mecánico, sin tomar en cuenta los detalles o generar nuevas ideas. Todo esto ocurre cuando un equipo no está presente, sino secuestrado por ideas que le llevan repetidamente al pasado o el futuro.
Como dice Thich Nhat Hanh, maestro zen, activista y profesor de la Universidad de Columbia y de la Sorbona:
“Habitar en el aquí y en el ahora no significa que nunca se piense en el pasado, o que no se planifique el futuro de forma responsable.
Tan sólo se trata de que no nos permitamos perdernos en los arrepentimientos del pasado o las preocupaciones sobre el futuro”.
Te recomendamos tanto su libro “Estás aquí: La magia del momento presente”, como el documental “Camina conmigo” donde se revela la filosofía de este maestro.
Dada la importancia que tiene para la vida personal y laboral estar presente en el aquí y ahora, evitando actuar en piloto automático, la psicología se ha volcado en las últimas décadas en depurar todos los recursos posibles para desarrollar esta capacidad humana. Las conclusiones a las que llegan expertos de todo el mundo son las siguientes:
“Incluso en los mejores trabajos hay estrés, plazos exigentes, jefes impacientes, reuniones aparentemente interminables e inconvenientes, producto de una vida acelerada. Pero, tal como demuestra la ciencia, la meditación es el antídoto”.
Existen numerosas meditaciones dirigidas a aunar la capacidad de estar concentrado y relajado al mismo tiempo. Es importante elegir a un profesional que ayude a encontrar el tipo de meditación más adecuada para las personas que la vayan a practicar y que guíe de manera a adecuada la meditación hasta que los participantes sepan hacerla por sí mismos.
Saltar de una tarea a otra nos obliga a invertir un tiempo en decidir cuándo y cómo se hace, cuándo se prioriza cada una, qué normas y reglas implica el salto a la otra tarea, etc., haciéndonos invertir más tiempo y generando un estrés que puede llegar incluso a provocar bloqueos. Esto se vuelve especialmente complicado y peligroso cuando solapamos tareas urgentes. Será muy difícil dar así la atención que merece cada una.
La universidad de Michigan publicó en la revista “Journal of Experimental Psychology” los resultados del estudio sobre este tema demostrando que la pérdida de tiempo que implica la multitarea, es mayor aún cuanto más complejas sean las tareas que se alternan.
Es decir, cuanto más difícil sea la tarea, más tiempo necesitaremos para recuperar la concentración después de la interrupción producida por la otra tarea ¡Imagina el tiempo que se perderá cuando se alternan varias tareas a la vez!
Te sorprenderá cómo hablar de los problemas abiertamente ayuda a resolverlos y a llegar a mejores acuerdos. Cada miembro del equipo tendrá la oportunidad de expresarse, reflexionar sobre ello y ofrecer una solución. Si cada uno ve lo que falla, pero nadie habla de ello, los trabajadores pensarán que no le importa a nadie lo que está sucediendo. Y como todos sabemos, estas situaciones desmotivan tremendamente.
¡Anticípate y expón las dificultades que estás advirtiendo!
No importa qué actividad elijas, de lo que se trata es de acostumbrarte a estar presente con toda tu atención puesta en una única acción. Practicar es la manera de habituarte a vivir con esta actitud.
¡Lo importante es comprometerse con una acción!
¿Necesito hacer esto ahora? ¿Cuánta gente depende de esto para hacer su trabajo? ¿Tengo alguna otra tarea con un plazo que venza?
Si caemos en la trampa de usar el tiempo de descanso de la comida para ultimar con los compañeros temas laborales, hablar de las últimas noticias de la empresa o comentar lo que ha hecho ese compañero que no nos cae tan bien, intoxicaremos nuestra comida.
Puedes animarles a hacer el propósito de comer tomando consciencia de los sabores, los olores de la comida y aprovechar para hacer un repaso de cómo se sienten. Esto les ayudará a reconectar consigo mismo y tomar consciencia de su estado de ánimo.
¡Notarán que vuelven al trabajo con una energía renovada!
No se puede planificar un volumen de trabajo de 20 horas si la jornada es de 8 horas. Ésta sería la mejor manera para estresar a la persona y que no pueda tomar consciencia ni de que necesitan comer.
Les puedes dirigir la siguiente recomendación:
“Cuando te veas sobrepasado para y toma unas cuantas respiraciones lentas y profundas. Verás cómo resulta más fácil tomar perspectiva”.
Se puede alentar a practicar lo siguiente:
Al volver a casa después de trabajar, toma conciencia de tu estado de ánimo, pregúntate ¿Qué tal estoy?, nota qué sensaciones sientes al andar hasta llegar a tu portal, fíjate en el aire que respiras, si es frío, caliente… es decir, vuelve a ti. ¡Te mereces contar contigo!
Como conclusión, podemos decir, que si te animas a fomentar que tu equipo esté presente lograréis tener más claro hacia dónde os dirigís, con qué recursos personales contáis, cuál es el clima laboral en cada momento, es decir, será más fácil conducir un equipo motivado y creativo, promoviendo el bienestar emocional de todos los miembros que lo componen. Pero ya sabes, lo más importante es predicar con el ejemplo ¡Ese es el camino hacia la plenitud laboral!
Psicóloga clínica. Formadora. Doctora en Técnicas de Meditación y Mindfulness.
Compagina la práctica clínica con la docencia y formación en empresas.